20 de octubre de 2011

Hiperactividad


La hiperactividad infantil es bastante frecuente. Se calcula que afecta aproximadamente a un 3% de los niños menores de siete años y es más común en niños que en niñas (se da en 4 niños por cada niña).
La hiperactividad es un trastorno de la conducta de los niños. Se trata de niños que desarrollan una intensa actividad motora, que se mueven continuamente, sin que toda esta actividad tenga un propósito. Van de un lado para otro, pudiendo comenzar alguna tarea, pero que abandonan rápidamente para comenzar otra, que a su vez, vuelven a dejar inacabada. Esta hiperactividad aumenta cuando están en presencia de otras personas, especialmente con las que no mantienen relaciones frecuentes. Por el contrario, disminuye la actividad cuando están solos.

Los indicadores de hiperactividad según la edad del niño
- De 0 a 2 años. Descargas clónicas durante el sueño problemas en el ritmo del sueño y durante la comida, períodos cortos de sueño y despertar sobresaltado, resistencia a los cuidados habituales, reactividad elevada a los estímulos auditivos e irritabilidad.
- De 2 a 3 años. Inmadurez en el lenguaje expresivo, actividad motora excesiva, escasa conciencia de peligro y propensión a sufrir numerosos accidentes.
- De 4 a 5 años. Problemas de adaptación social, desobediencia y dificultades en el seguimiento de normas.
- A partir de 6 años. Impulsividad, déficit de atención, fracso escolar, comportamientos antisociales y problemas de adaptación social.
  
Síntomas en un niño hiperactivo
Los síntomas pueden ser clasificados según el déficit de atención, hiperactividad e impulsividad:

Hiperactividad
- Frecuentemente mueve las manos o pies, o se mueve en su sitio
- Frecuentemente se levanta en clase o en otras situaciones cuando debe permanecer sentado
- Corren o saltan excesivamente en situaciones inapropiadas
- Tienen dificultad para jugar o divertirse en silencio o tranquilamente
- Suelen entorpecer los asuntos de los demás, tocan cosas que no deben
- Están siempre en movimiento como si estuvieran "con el motor en marcha"
- Frecuentemente hablan en exceso
- Suelen tener más accidentes de los normales

Impulsividad
- Interrumpen constantemente conversaciones y juegos
- Se muestran impacientes; les cuesta esperar su turno
- Suelen resistirse a la disciplina
- Responden impulsivamente y antes de que se haya completado la pregunta
- Se entrometen en los asuntos de otros
- Suelen ser poco previsores y olvidan planificar
- No distinguen el peligro
- Escasa tolerancia a la frustración

Déficit de atención
- Tienen dificultades para mantener la atención en tareas o en el desarrollo de actividades lúdicas
- Evitan, no les gusta o son reacios a comprometerse en actividades que requieren un esfuerzo mental sostenido
- Pueden tener problemas para priorizar las tareas, cometen errores por descuido en los deberes escolares y otras actividades, ya que no prestan suficiente atención a los detalles
- No parecen escuchar cuando se les dirige la palabra. Se distraen con facilidad; suelen dejar lo que están haciendo para atender a ruidos o hechos triviales
- Les cuesta seguir instrucciones u órdenes y no finalizan sus tareas
- Frecuentemente tienen dificultades para organizar sus tareas y actividades
- Son muy olvidadizos con sus tareas cotidianas
- Cambian continuamente el foco de atención, sin alcanzar nunca el objetivo final
- Pierden con frecuencia los elementos necesarios para sus tareas o actividades (lápices, cuadernos, juguetes, etc)


Tratamiento
El tratamiento depende de cada caso individual. El tratamiento farmacológico más utilizado son los estimulantes, que sirven para ayudar a que el niño pueda concentrarse mejor, y los sedantes en el caso de que el niño muestre rasgos psicóticos. El tratamiento psicoterapéutico está destinado a mejorar el ambiente familiar y escolar, favoreciendo una mejor integración del niño a la vez, que se le aplican técnicas de modificación de conducta. El tratamiento cognitivo se basa en el planteamiento de la realización de tareas, donde el niño aprende a planificar sus actos y mejora su lenguaje interno. A partir de los 7 años, el lenguaje interno asume un papel de autorregulación, que estos niños no tienen tan desarrollado. Para la realización de cualquier tarea se le enseña a valorar primero todas las posibilidades de la misma, a concentrarse y a comprobar los resultados parciales y globales una vez finalizada.

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